Comentario
Que trata de otras cosas notables que Nezahualpiltzintli hizo en materia de jueces y leyes
Los reyes de Tetzcuco, demás de los jueces y ministros que se han referido, tenían sus secretarios y relatores que con mucha cuenta y razón pintaban los pleitos y demandas que en las audiencias se ofrecían, y con cuidado hacían relación de ellos a los reyes y sus jueces, de manera que cualquier pleito se seguía, y más siendo grave, con mucho orden hasta la definitiva y aprobación de ella por el rey; y aunque el pleito fuese muy grave, no había de pasar de ochenta días, Porque los demás se despachaban breve y sumariamente. Entre las cosas que pasaron en tiempo de Nezahualpiltzintli, fue que un secretario le hizo relación cómo los jueces de la sala del crimen habían condenado con pena de muerte a dos adúlteros en la tercera especie, que tenían pena de ser ahorcados, de los cuales el uno era músico y el otro soldado, y que los presidentes supremos de los cuatro consejos a quienes pertenecía la definición y confirmación de cualquiera de los casos graves, tenían dada la confirmación en la sentencia referida, y sólo restaba la aprobación del rey, el cual, oída la relación del secretario y cogiendo el pincel, echó un rayo de tinta negra sobre el músico y se dejó al soldado. El secretario llevó a mostrarla a los presidentes supremos, y pareciéndole a ellos que el rey iba contra las leyes y las derogaba, entraron con la pintura a requerirle guardase las leyes de su padre y abuelos; mas él les dijo que no iba contra ellas, sino que como persona a quien competía mejorarlas, mandaba por ley expresa que desde aquel día en adelante el soldado y hombre militar que fuese hallado en la tercera especie de delito de adulterio, fuese condenado a perpetuo destierro en una de las fronteras y presidios que el imperio tenía, pues con esto quedaba muy bien castigado, y la república se le seguía mayor utilidad, porque los soldados eran la defensa y amparo de ella. Asimismo derogó la ley que trataba acerca de los esclavos, que pudiese pasar a los hijos de ellos la esclavitud, pues se solían vender algunos con esta calidad; y mandó que desde aquel tiempo en adelante no se usase aquella ley, sino que los hijos gozasen de la libertad natural que Dios les dio. Asimismo, castigó con mucha severidad las demasías de algunos señores, y se hizo temer y respetar, como fue que al infante su hermano le pidió le diese una de sus hijas, que la quería tener por una de sus damas y concubinas, el cual con mucha libertad le dijo que no quería, siendo costumbre de los reyes y señores pedir a sus sobrinas, primas y deudas desde el segundo grado en adelante, para casarse con ellas o tenerlas por sus damas y concubinas, con que quedaban honradas y amparadas, y en puesto que a falta de los legítimos heredasen sus hijos el reino, y cuando menos ser señores de pueblos y lugares. Andando el tiempo segunda vez, el rey le pidió al mismo le diese un instrumento musical llamado teponaztli (que tenía en su poder y lo había traído de cierta conquista por despojo y era el mejor de toda la tierra, que cuando le tocaba se oía dos y tres leguas, cuyo sonido era de mucha suavidad y melodía, por lo cual el rey estaba muy aficionado a él) prometiéndole de dar en recompensa ciertos lugares y otros dones de mucha más importancia para su hermano, que no el instrumento, y casi el rey más lo hacía por ver su intento, y fue tan real que no quiso ni aún se excusó con buen modo; y así el rey mandó traer el instrumento a mal de su pesar, y que sus casas fuesen saqueadas y echadas por el suelo como de hombre contumaz y rebelde a los mandatos de su rey, lo cual luego al punto se ejecutó y puso por obra, y el rey mandó que aquel instrumento se guardase en la sala de armas, como cosa ganada en guerra; y no se tocaba sino en las fiestas y regocijos muy solemnes que el rey tenía, aunque después los religiosos de San Francisco lo mandaron hacer pedazos y quemar, por la estimación y veneración en que los principales lo tenían. Fue este castigo tan ejemplar, que desde este tiempo en adelante sus hermanos le tuvieron muy gran respecto y temor, y nunca más se atrevieron en público ni en secreto, a tratar de novedad ni alteración, como lo hacían muy de ordinario antes que estos castigos se hiciesen. Otro castigo ejemplar hizo en una señora, mujer de un caballero ciudadano llamado Teanatzin, la cual, estando el rey en un sarao y danza, se aficionó a él, y estaba tan ciega de su afición, que le obligó a decirle su sentimiento, y el rey la mandó entrar en sus cuartos, y habiéndola conocido y sabido que era mujer casada, la mandó matar y darle garrote y llevarla a echar en una barranca en donde se echaban los adúlteros y adúlteras; y dos niños hijos de ella que los había traído consigo, los mandó llevar el rey a casa de su padre con muy grandes dones, y con ellos, ciertas amas y criadas para que los criasen y doctrinasen; y el caballero, sabido el caso, respondió a los mensajeros con muy gran sentimiento, porque amaba y quería a su mujer, por ser como era mujer hermosísima y de gran donaire, diciendo que ya que el rey se había aprovechado de ella ¿por qué la había matado?; que más razón era que se la dejara con vida y no perder como perdía una mujer que tanto amaba y quería. Supo el rey de la respuesta, y mandó poner a este caballero en unos calabozos aprisionados, con intento de castigarle con castigo que fuese conforme merecía su respuesta y poca estimación de su honra; y como caso que no había sucedido a otros, se estuvo muchos días en los calabozos preso, y viéndose en tan larga y obscura prisión, compuso un elegantísimo canto, que representaba toda su tragedia y trabajos, y por favor y negociación que tuvo con los músicos del rey, que eran sus amigos y conocidos, tuvieron modo y traza para cantarlos en unas fiestas y saraos que el rey tenía; el cual canto, estaba con tan vivas y sentidas palabras, que movió el ánimo del rey a gran compasión, y así le mandó soltar luego de la prisión en que estaba, y trayéndole ante sí, le satisfizo la causa tan eficaz que le movió a castigar con pena de muerte a su mujer, pues había sido ella el instrumento para hacerle quebrantar e ir contra una de las leyes de su reino, y que sin duda (según era la melodía y dulzura de sus palabras) le engañaría si no fuera que reparo en ver aquellos niños, que sería mujer casada como en efecto ella se lo confesó; y habiéndole dicho muchas razones de su consuelo y doctrina, le mandó dar una señora doncella por mujer, y otros muchos dones y mercedes con que quedó muy bien puesto. Y estaba de tal manera cuando lo sacaron de los calabozos, que parecía un salvaje según le habían crecido sus cabellos y encanecido.